Con la partida del GIEI, se esfumó la ilusión de que Ayotzinapa sería un punto de inflexión, y el arranque de un "Nunca Más".
En vez, la cara del Estado quedó expuesta, y es un amasijo de crimen organizado, demagogia, partidos políticos, Fuerzas Armadas, y fiscalías corrompidas.