Hasta 2005, si te hubiesen preguntado cuantos planetas hay en el Sistema Solar hubieras dicho que nueve: Mercurio, Venus, La Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón. No había motivos para poner en duda esa clasificación. Hasta que llegó el descubrimiento de Eris.
Porque se trataba del descubrimiento de un planeta enano que, en aquel momento, parecía más grande que Plutón. Su descubrimiento fue tan importante que provocó que se reconsiderase la definición de planeta y se crease la definición de planeta enano:
Desde 2006, nuestra lista de planetas ha perdido a Plutón, y hemos tenido que aprendernos eso de "planeta enano". Pero, ¿en qué se diferencia exactamente de un planeta? ¿Deberíamos enfadarnos con Mike Brown, Neil DeGrasse Tyson y otros científicos por el cambio? Vamos a verlo...
Eris fue descubierto en 2005. Los primeros datos indicaban que podría ser más grande que Plutón. Se llegó a solicitar que fuese incluido como décimo planeta. Reunía todos los requisitos de la época. Pero en su lugar... se expulsó a Plutón:
La historia de Plutón podría dar para novela. Descubierto en 1930 por Clyde Tombaugh, fue durante más de medio siglo el noveno planeta del Sistema Solar. En 2006, se decidió reclasificarlo como planeta enano, algo que no hemos olvidado ni perdonado. Así que, hablemos de Plutón.
Eris no se convirtió en el décimo planeta del Sistema Solar. Terminó formando parte del grupo de planetas enanos, junto a Plutón, a partir de 2006. Es una decisión que todavía hoy en día sigue siendo controvertida. Cada año, no faltan propuestas para cambiar la definición.
El nombre de este planeta enano procede de la mitología griega. En ella, Eris era la diosa de la discordia. En vista de lo sucedido, el nombre no podría ser más apropiado. Fue observado por primera vez en 2003, pero su descubrimiento no fue confirmado hasta enero de 2005.
Es interesante ver cómo ha ido evolucionando nuestra percepción de Eris con el paso de los años. Inicialmente, en 2005, se calculó que tenía un diámetro ligeramente superior al de Plutón (2 400 km, por los 2 370 de éste último). Dos años después, se subió a los 2 600 km.
Esa medición tenía un margen de error de hasta 400 kilómetros por arriba y 200 kilómetros por debajo. Es decir, podía tener un diámetro de los 2 400 a los 3 000 kilómetros. En 2010, se aprovechó que pasó por delante de una estrella distante para medir su tamaño con precisión.
Así se llegó a una cifra de 2 326 kilómetros, ligeramente por debajo de Plutón. Es el tamaño aceptado hoy en día. Es una diferencia de apenas 50 kilómetros. Por lo que, a grandes rasgos, en realidad podemos considerar que Eris y Plutón tienen un tamaño similar.
Eso sí, Eris es mucho más denso que Plutón (un 25% más). Algo que hace suponer que se trata de un mundo rocoso con una capa de hielo muy fina. Al igual que casi todos los planetas enanos, se encuentra en el cinturón de Kuiper, mucho más allá de Neptuno:
Más allá de la órbita de Neptuno, hay una región del Sistema Solar que está repleta de objetos helados. Es el Cinturón de Kuiper, el hogar de billones (sí, con b) de objetos, restos de los orígenes del Sistema Solar, y también de algún que otro planeta enano, como Plutón...
Está el triple de lejos que Plutón. Tarda unos 558 años en dar una vuelta alrededor del Sol (por 248 de Plutón). Su velocidad de rotación es muy similar a la de la Tierra: 25 horas. Su órbita es muy excéntrica (poco circular). Su perihelio está a 37,91 UA:
Las distancias en el espacio son tan grandes que las medidas con las que estamos familiarizados se nos quedan ridículamente pequeñas. En su lugar, necesitamos recurrir a un conjunto de medidas diferente, que nos permita utilizar cifras mucho más manejables y comprensibles...
1 UA es una unidad astronómica, 149,5 millones de km, la distancia que separa a la Tierra del Sol. Es decir, el punto más cercano de la órbita de Eris alrededor del Sol, está 37,91 veces más lejos que la Tierra. Algo que lo lleva bastante cerca de Neptuno:
Neptuno es, probablemente, el planeta más desconocido del Sistema Solar. Es el más lejano del Sol y el último de los cuatro gigantes gaseosos. Además, al no ser visible a simple vista, tampoco tiene una relación estrecha con la historia de nuestra especie a lo largo del tiempo…
Aunque no lo suficiente como para que la órbita de Eris se ve afectada por la influencia gravitatoria del planeta gigante. Su afelio, el punto más lejano de su órbita, está a 97,65 UA de distancia. La órbita de Plutón, en comparación va desde las 29,6 a las 49,3 UA.
No es posible observar la superficie de Eris con ninguna de las herramientas de las que disponemos en la actualidad. Al menos no con un nivel de resolución suficiente como para poder ver detalle alguno. Lo que sí se ha visto es que parece casi blanco, a diferencia de Plutón.
No está claro que Eris tenga atmósfera. Además, es increíblemente brillante. Tiene un albedo (que es el término que indica la cantidad de luz que refleja un objeto) de 0,96. Refleja el 96% de la luz que recibe. Aproximadamente como Encélado:
Probablemente, la superficie de Eris se componga de hielo rico en nitrógeno con una capa de metano helado que podría tener 1 milímetro de grosor. Esta capa de hielo, además, podría ser el resultado de la condensación de la atmósfera, que se habría congelado sobre la superficie.
Dicho de otro modo, cuando Eris se aleja de su perihelio, su atmósfera colapsa y cae sobre la superficie como una capa de escarcha. Cuando se acerca de nuevo a su perihelio, el metano se sublima, Eris recupera su atmósfera, y el brillo del planeta disminuye temporalmente.
Por ahora no podemos saber si la teoría es cierta. De momento, Eris está recorriendo su órbita en dirección a su afelio. En cualquier caso, su temperatura es extremadamente baja. La cara iluminada por el Sol no pasa de los -238ºC. En el lado nocturno es aun más baja.
A pesar de todo, y al igual que en otros objetos del Sistema Solar, es posible que en su interior exista un océano de agua líquida (que estaría en el punto entre el manto y el núcleo). También, al igual que otros objetos, no se encuentra solo en su órbita. Tiene un satélite.
Se trata de Disnomia (su nombre viene de la mitología griega, era la hija de Eris). Un pequeño satélite que fue observado por primera vez poco después del descubrimiento del planeta enano. Por desgracia, no hay mucha información sobre esta luna. Ni siquiera su tamaño aproximado.
El cálculo más pesimista le da de 50 a 125 km de diámetro. El más optimista de 317 a 367 kilómetros. Lo que sí parece estar más claro es que orbita alrededor de Eris en unos 15 días. Se calcula que está a 37 300 kilómetros, 10 veces más cerca que la Luna de la Tierra.
A pesar de su extrema distancia, Eris es un objeto bastante fácil de observar. Es posible gracias a su brillo tan elevado. Para verlo, basta un pequeño telescopio y, también igual de importante, disponer de cielo oscuro, con contaminación lumínica mínima:
La contaminación lumínica es un problema muy real. Cada noche, las grandes ciudades nos muestran un cielo que resulta cada vez más deprimente. En lugares como Madrid, apenas las 90 estrellas más brillantes son visibles. Esa luz nos oculta un cielo espectacular que no podemos ver.
Si dispones de ambas cosas, con un poco de paciencia, podrías ver uno de los objetos celestes conocidos más lejanos del Sistema Solar. Aunque no es el más lejano. Hay otro planeta enano, Sedna, mucho más distante. Tarda 11 000 años en completar su órbita:
Aunque hemos descubierto muchos planetas enanos, Sedna sigue ocupando un lugar especial. En el Sistema Solar, por ahora, no hemos descubierto ningún planeta enano más distante, ni que tarde tanto en completar su órbita, y eso que lo conocemos desde principios del siglo XXI…
Eris es solo un ejemplo de los planetas enanos que hemos ido descubriendo en los últimos años. Con el paso del tiempo, estamos descubriendo mejor el Cinturón de Kuiper y su entorno. Allí se encuentran Plutón, Eris y otros objetos como Makemake, Quaoar o Haumea.
En cualquier caso, Eris tendrá un lugar especial en nuestra historia. Su descubrimiento puso patas arriba nuestra clasificación de los planetas del Sistema Solar. Algunos creen que para mal y que Plutón debería seguir siendo un planeta. Otros creen que era necesario.
Si nos ciñésemos a la definición tradicional, en la actualidad el Sistema Solar tendría un buen puñado de planetas: Mercurio, Venus, La Tierra, Marte, Ceres, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno, Plutón, Eris, Haumea, Makemake, Sedna, Quaoar (y todavía faltarían nombres).
Así que, haciendo honor a su nombre, la discordia está servida desde su descubrimiento.¿Deberíamos contar a los planetas enanos como planetas? La lista no dejaría de crecer con el paso del tiempo… ¡y todo por un pequeño mundo a miles de millones de kilómetros de nosotros!