Solo por favor, no me lastimes. Estoy sola en una ciudad que no es mía, y no puedo correr a los brazos de mamá.

Ya deja de dolerme, por favor.

Ya deja de dolerme, por favor.

Entonces archivé sus conversaciones, me alejé despacio y dejé sus mensajes sin leer; abandoné ese reflejo de buscarlo con los ojos cuando algo sucedía, como si verlo fuese necesario para saber que todo estaría bien; ya no busco calor donde él ya no está. Y aún así, no lo olvido.

Hay días en los que te olvido sin intentarlo y otros en los que te recuerdo sin querer. Así es esto: un duelo que no avanza, pero tampoco retrocede.

Esperaba que detuvieras todo y dijeras que no querías perderme, pero me soltaste sin pensarlo.

Yo sólo quiero que vuelva.

Es gracioso, a veces todavía hablo de nosotros en presente; quizá porque es la única forma que conozco para no derrumbarme con su ausencia.

Es gracioso, a veces todavía hablo de nosotros en presente; quizá porque es la única forma que conozco para no derrumbarme con su ausencia.

Dejar de quererlo no ha sido un acto heroico, ni un portazo. Ha sido un proceso lento, cansado y desgastante; una batalla silenciosa q nadie ve, pero q me deja rota. Un día le digo adiós con toda la convicción del mundo y al siguiente estoy buscándolo entre mensajes que no llegan

Las relaciones no mueren de golpe; se rompen entre mensajes que no se envían, miradas que se esquivan, conversaciones que dejamos para mañana y nunca llegan, pequeños detalles que dejamos pasar, hasta que un día te das cuenta de que lo que había se fue sin que nadie lo notara.

Dejar de quererlo no ha sido un acto heroico, ni un portazo. Ha sido un proceso lento, cansado y desgastante; una batalla silenciosa q nadie ve, pero q me deja rota. Un día le digo adiós con toda la convicción del mundo y al siguiente estoy buscándolo entre mensajes que no llegan

A veces el corazón no se rompe de golpe sino en susurros: un mensaje no respondido, un "luego hablamos", un silencio que se vuelve costumbre. Y un día entiendes que ya no te esperan del otro lado.

Por favor, llévenme de vuelta al día en que me quiso.

No dejo de pensar en ti.

Si las cosas hubieran sido diferentes, quizá lo nuestro habría funcionado, y yo seguiría riendo de tus locuras, y tú seguirías tomando mi mano como si nunca fueras a soltarla. Cumpliríamos nuestras promesas, construiríamos el mundo que soñamos, y quizás nada nos habría separado.

La gente jura que el amor verdadero siempre vuelve, y mírame a mí, que sabiendo que después de ti no habrá nadie, elijo quedarme lejos, solo para verte ser feliz.

Por favor, llévenme de vuelta al día en que me quiso.

Insistir en lo que no nace por sí solo en la otra persona es desgastarse poco a poco el corazón.

Las relaciones no mueren de golpe; se rompen entre mensajes que no se envían, miradas que se esquivan, conversaciones que dejamos para mañana y nunca llegan, pequeños detalles que dejamos pasar, hasta que un día te das cuenta de que lo que había se fue sin que nadie lo notara.

Das lo que siempre has llevado en tu corazón, ni más ni menos y eso habla de ti. Y si la otra persona no sabe valorarlo nunca o no existe la reciprocidad al mismo nivel el del problema jamás has sido tú; quédate con eso, por favor.