La derecha internacional habla de un “genocidio cristiano” en Nigeria. Los datos dicen otra cosa: violencia compleja, víctimas cristianas y musulmanas y un país saqueado por multinacionales. La narrativa sirve para lo de siempre: justificar intervención https://t.co/NnPhuL1br5

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7️⃣ Brasil está viendo algo histórico: por primera vez, el líder de la extrema derecha cae por sus actos, no por conspiraciones ajenas. Se acabó la era del “mito”. No hay épica. Solo un hombre intentando incendiar su tobillera.

6️⃣ Bolsonaro sostiene que lo hizo “por curiosidad”. Una curiosidad muy concreta: la de quien intenta destruir el único aparato que aún le recuerda que ya no tiene poder. El relato victimista es su último salvavidas.

5️⃣ La extrema derecha brasileña habla de “persecución”. Pero los hechos dicen otra cosa: un expresidente investigado, condenado y vigilado que intenta romper la tobillera que garantiza que no escape. La paranoia nunca fue un error del sistema bolsonarista. Fue su motor.

4️⃣ La clave: Bolsonaro no actuó solo. A las puertas del chalé había una vigilia convocada por su hijo Flávio. Hace semanas, otro aliado huyó a Miami. Y la Embajada de Estados Unidos está a pocas calles. El riesgo de fuga era evidente.

3️⃣ El juez Alexandre de Moraes no compró la historia. No porque no pueda haber delirio farmacológico. Sino porque lo ocurrido tiene un patrón: Un condenado por golpismo intentando destruir el dispositivo que controla sus movimientos. No es un accidente. Es un síntoma.

2️⃣ Según declaró, sufrió una “alucinación” por mezclar medicamentos recetados por médicos distintos. La paranoia le habría hecho pensar que la tobillera tenía un micrófono oculto. Entonces intentó romperla con un lápiz de soldadura. Pausa para absorberlo.

1️⃣ Jair Bolsonaro, condenado a 27 años por intentar un golpe de Estado, ha pasado de creerse el dueño de Brasil a dormir en una comisaría. La excusa que dio para manipular su tobillera parece un mal sketch, pero revela algo más profundo. Vamos a desgranarlo. Hilo 🧵

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8️⃣ El PP andaluz ya lo sabe. Por eso Bonilla evita preguntas. Por eso ya nadie habla de adelanto electoral. Por eso el miedo huele desde San Telmo.

7️⃣ Si a eso sumas la investigación sobre contratos sanitarios y el desfile judicial… Lo que tienes no es un Gobierno cuestionado. Es un Gobierno en descomposición.

6️⃣ Y luego, la corrupción. El caso mascarillas en Almería estalla como un misil político: detenciones, blanqueo, coches de alta gama, loterías y sobresueldos. Un escándalo que nace en un bastión del PP y que golpea el corazón del Gobierno.

5️⃣ Dependencia: derechos sobre el papel, abandono en la realidad. Miles mueren esperando. ¿Qué palabra hay para eso? No la quieren escuchar.

4️⃣ Educación: menos líneas públicas, más dinero para la concertada. Andalucía en la cola del país. Una receta conocida: empobrecer lo público para justificar lo privado.

3️⃣ El cribado de cáncer de mama fue devastador. Miles de mujeres fuera de una prueba vital. Y una Junta que, lejos de asumir, miró hacia otro lado. Quien no protege la vida, no merece gobernar.

2️⃣ La sanidad pública no “se ha complicado”. La han dejado caer. Desvío sistemático a la privada, plantillas exhaustas, urgencias al límite. Y cuando el sistema falla, fallan vidas. Eso no se maquilla.

1️⃣ Moreno Bonilla no está gestionando una crisis. Está gestionando un derrumbe. Un Gobierno que presumía de estabilidad hoy sobrevive como puede entre recortes, negligencias y escándalos judiciales. Hilo 🧵

Fin de semana en Madrid. Otra vez, el fascismo desfilando con permiso institucional. La justicia se activa contra sindicalistas y tuiteros, hasta contra un Fiscal general, pero mira hacia otro lado cuando toca frenar al fascismo. No es un despiste. Es un patrón. ¿Quién protege

El Reino Unido ha decidido que protestar es terrorismo. Un cartel que diga “me opongo al genocidio” ahora es una amenaza para el Estado. Starmer convierte la disidencia en delito mientras Gaza sigue ardiendo. Cientos de personas detenidas por una pancarta. La libertad de