La pura verdad A decir verdad, Mi realidad No es la tuya O la de éste. Ni la de ella O la de aquél, Ni tan siquiera la del otro O la de todos los demás, Mas, la suma de todas ellas Es, en verdad, La realidad Que, a decir verdad, Solo es plural Si, de todas ellas, Una visión

Perdón Perdón, No quiero que me cantes, Solo que me cuentes Qué sientes. Perdón, Si no me entiendes O acaso te arrepientes De lo qué adviertes Perdón, Si no me has dicho O escrito Aquello que presientes. Perdón, Si fui yo quien no te oyere O leyere Y no os tuve presente.

Escucha al viento No os miento, En estos tiempos De cuánto caos y desconcierto, Violencia y sufrimiento Y cuántos tropiezos, Solo basta tomar el tiempo, Oír el susurrar del viento. Sentir su aliento, Y ver cómo su brisa Tu intelecto acaricia, Con esa paz, tranquilidad y calma

Ni negro, ni blanco sino claroscuro No soy igual, Soy sinigual. Y, muy particular. Singular, Y, no tan regular. Ni tampoco normal, Mas, jamás, anormal. Soy lo que soy y, sé para qué doy., No lo que dicen que soy Los que ni saben qué o quién soy. Y, menos, adónde y para qué voy.

No arranca cuando pisa Está feo para la película Aquél que solo pontifica Mientras todo a su derredor Es un error o de horror, Por la regencia de su propia autoría, Que, por desgobierno, se caracteriza. Y, para colmo, además, ese ruin accionar justifica, Faltaría más, hablando

Rueda la fantasía y el engaño Olvídense de la Mirren, Streep o Sophia De Marcello, Olivier o Pacino. En el Hollywood de hoy, El tránsito de la fantasía al engaño, Poco importa si por pura curiosidad innovativa O por maldad y alevosía. Y su consecuente capitalista avaricia,

Sol otoñal En la opacidad De esta otoñal oscuridad, Tu luz de complicidad, Quiebra la tenebrosidad De cuantas noches ciegas, En que la siniestra niebla Que arropa la pradera, Y, al trigo, seca, Desaparece, apenas llegas. Y tú, esplendor, enciendes El amor que, en mí, prendes.

Mi celular es un monstruo Mi celular es un monstruo. Y como teléfono no es poco. Hoy, es esto, aquello y lo otro. Y, ni hablemos de su costo, Omnipresencia, injerencia o querencia. En fin, toda una maravilla de la ciencia. Que, en aquellos años de inocencia, Si hubiera soñado

Ojalá llovieran letras Y frases sueltas Que den vida nueva A mi musa seca. Y, gota a gota, al fin, cayera Un torrente de coplas y elegías. Y una ráfaga de poesías De ilusiones y quimeras Y,expresiones, hasta ahora, ajenas. Enjugadas, letra a letra, En palabras revueltas En un mar

Con gusto Soy más de cocido Que de fabada. Me gustan los garbanzos y lentejas, Como la cecina y la ropa vieja. Más de paella de conejo y pollo Que de una de camarón y centollo. Me muero por una serenata de bacalao Aunque no rechazo un chipirón bien salteao. Me fascina la

El más triste del bar Cuánto entristece estar, Al garete en un bar O en cualquier sala de estar Como un náufrago en la mar, En silencio y, a punto de zozobrar, Y, hasta por mudo pasar, Sin poder, en serio, conversar. Asfixiado por el cotilleo tradicional Donde suele ser tabú

Cuando las estrellas se apagan Las estrellas se apagan, El cine se quedó sin taquilla Y, cuántas salas, vacías. Mas, ya ni la TV concita. Y, ni el cable, excita. El Séptimo Arte se achica. Y, pantalla a pantalla, se multiplica. Mas, sin hora o cita, Ver una película se complica.

Ay, bendito, Benito Ay, bendito, Benito, En medio de tanto jaleo Hay veces que ni entiendo lo que leo Y, menos, cuánto que oigo y suena, tan feo. Y, ni hablemos de lo que veo. Ay, bendito, Benito, No es más que la vulgaridad Disfrazada de identidad Que, hoy, arropa nuestra

Hoja dorada Estriada, Arrugada, Ajada, Apagada, Segada, Griseada, Que el estío Trastocara, Acabara Y tornara En fantasma, De quien ayer fuera la más mimada Y, por cuántos, adorada. Y, hoy, inerte, yace desolada En su última morada.

Lo mío no es el canto Lo mío no es el canto. No soy Sinatra Ni tampoco Yatra Ni Pavarotti, Raphael, Gardel o Domingo. Sin voz y sin ritmo Solo escribo De sueños y encantos Y algún desencanto. De ángeles caídos Y fantasmas ya idos Y, uno que otro, amor prohibido. Mas, no oigan mi

Cuando susurra el arrullo del arroyo a mi oído Cuando susurra, Al oído, El arrullo, Del arroyo, Con su quebrado Quejido, De ser cariacontecido, Que, cuánto, tío, Daría, en vez de ser riachuelo, Haber sido río. Aquél, que jamás, pensara ser solo agua de correntío. Mas, a mí que

Danos paz O Dios, Ten Misericordia. ¿Hasta cuándo este infierno durará? Acaso la brutal barbarie de inocentes, ¿no parará jamás? ¿Qué espera para actuar la humanidad? ¿Cuánta sangre más falta por derramar? Y, ¿vidas cercenar? Ya no hay gasa que la masacre pueda curar ni tapar

Flor de otoño Flor de otoño, Rosa de antaño, Cuánto extraño Tus pétalos rojos, Mártires del bochorno, Que el Sol ardiente trastocó Y el caliente estío fulminó. Hoy, fantasmas, Sin espinas, Dispersas al derredor De cada esquina De un entorno desolador Sin aquella flor Que en

A Dorian Gray le llegó su día El otoño avisa. En el campo su bandera iza. Y su paso, cuánto pronto, avivaría. Y, con él, las brisas cuánto, a secas, acariciarían. Ni una hoja se salvaría. Hasta aquella que, ayer sonreía, Hoy, a todas luces, envejecía. Ay, cómo sufría la