Podéis leer la entrevista que me hicieron en 20minutos en el enlace: https://t.co/LsuwgV0KDb

La forma en que te hablas puede cambiarlo todo. No es la caída lo que más duele, sino cómo te tratas cuando estás en el suelo. Háblate con compasión: no para excusarte, sino para recordarte que sigues aprendiendo.

El amor mejora la salud y disminuye el dolor.

Cuando alguien no es amable, responder con la misma energía parece justo, pero no libera. Elegir el amor no es debilidad, es poder. Al hacerlo, el corazón se aligera y la vida se vuelve más clara.

Reconocer lo que sentimos es el primer paso. Tal vez duela, pero quedarnos ahí nos ata al pasado. Con claridad, creatividad y valentía, podemos dar un pequeño paso, y ese paso ya es un nuevo comienzo.

Solo así podemos abrir la puerta a algo nuevo. Un futuro que no repita los errores del pasado, sino que sea la manifestación de haber aprendido de ellos.

El desafío no es negar algunas de las cosas vividas, sino aprender a sacar de ellas cualquier lección que nos mejore como seres humanos.

A menudo reaccionamos cuando se activan heridas pasadas. De una forma automática, esos recuerdos del ayer, están condicionando nuestras experiencias de hoy.

Tu pasado condiciona pero no determina tu futuro.

Tu momento llegará si muestras el nivel de compromiso, determinación y persistencia que son necesarios si queremos experimentar un verdadero crecimiento y evolución.

Nuestro pasado explica nuestro presente, pero no debe encadenar nuestro futuro.

El aislamiento rara vez calma, más bien, profundiza el malestar, como un eco que rebota en una habitación vacía. Por eso, nunca subestimes el poder de hablar y sentirte escuchado.

Escribir con una mirada positiva transforma el cerebro y el alma. Como mostraron aquellas monjas, quien pone palabras a la vida vive más y con más lucidez. Escribir nos ayuda a agradecer y a ver con claridad incluso en la dificultad.

Un pequeño gesto que todo lo cambia. Día para recordar lo importante que es escucharnos y escuchar a otros.

No tengas miedo a ser feliz, ni a disfrutar de la vida, ni a mostrarte tal y como eres. Porque tú lo sepas o no eres un regalo para el mundo. ¿Qué es aquello que te hace disfrutar de verdad?

Cuando recuperas la fe y la esperanza, algo en ti empieza a sanar. Sonríes, te abres a la vida y el pasado, visto con compasión, deja de doler.

Una sonrisa y una respiración pueden parecer poco… pero muchas veces es suficiente para salir de la zona de estrés dañino (distrés). ¿Crees que este antídoto podría ayudarte en los momentos de más estrés?

Esa sonrisa, unida a una respiración profunda, envía una señal al cerebro para que se calme. Es como enviarle al cuerpo la señal: “estás a salvo”.

Cuando esto me ocurre, hay algo que siempre me funciona: Sonrío suavemente y hago 3 respiraciones profundas (inspiro en 4 segundos, mantengo en 7 y suelto en 8).

El estrés no solo se siente en la mente. También aprieta el pecho, acelera el corazón y nos roba la calma sin que a veces nos demos cuenta.