Inicia el día con tu clara presencia, vinculado al mundo con distancia crítica, en total paz: actúa en plena conciencia, orquesta tu mundo interior, disfruta: crea con la mayor sensibilidad tu vida cotidiana: ama todo cuanto puedas: hoy.

Hoy regálate unos instantes de intimidad creativa para elaborar el sentido profundo de tus actividades. No hagas cosas nada más por hacerlas. Traza bien tus objetivos de vida. No queremos simplemente realizar acciones, queremos realizarnos en las acciones que realizamos.

Solo a través del perdón radical genuino, podemos experimentar «segundas oportunidades», cruciales para resarcir nuestra vida, liberarla de culpas y rencores, y volver a empezar: un renacimiento espiritual.

Crea una pausa propicia a la intimidad y habita en ti. Percátate de tu existencia. Observa la emoción que estás experimentando y descubre el pensamiento que la propicia. Si no te agrada, no luches contra la emoción, solo modifica tu pensamiento y observa la transformación.

· Recuerda: la felicidad es una actitud del espíritu humano. Nada ni nadie puede hacernos felices, salvo nosotros mismos. Compréndelo: sí tú no, ¿entonces quién? Si no es ahora, ¿entonces cuándo? Y si no es con amor, ¿entonces cómo? ¡Aplícate!

Una sola epifanía puede transformar la visión de nosotros mismos. Y puede lograrse en el espacio de una breve meditación: un parpadeo.

La pérdida dura lo que tarda en aceptarse. Y el sufrimiento dura lo que tarda en comprenderse. Acepta, comprende y trasciende.