Pudimos ser y no fuimos. Y la vida no se detuvo ni nosotros con ella. No estábamos destinados a florecer juntos, tampoco a marchitarnos. Pudimos ser tempestad y calma pero fuimos dos ríos que se perdieron en el ancho mar.
A cierta edad uno sabe que hay tristezas que nunca van a ser cubiertas por nada ni por nadie. Es como una verdad disputada en duelo, un disparo, una bala que entra a bocajarro. No habrá mares, ni abrazos. No habrá nada. Sólo la tristeza contigo, sólo a ratos.
La complicidad es maravillosa la mires por donde la mires, tenga sexo o no lo tenga, tenga besos o no los tenga, la complicidad es ese abrazo infinito que todo lo entiende, lo ininteligible también y lo imposible, más todavía.
Hay risas que se te quedan grabadas en la memoria. No es necesario ver a esa persona, ni siquiera escuchar su risa en tiempo real. Basta con recordarla y ese maravilloso sonido se escuchará en estéreo dentro de ti, como un abrazo, como un gigantesco y maravilloso abrazo.
Uno nunca sabe cuándo va a conocer a alguien que alcance a leer dentro de su alma. Ni siquiera se sabe si ese encuentro sucederá alguna vez en la vida. Pero cuando ocurre quedamos desarmados, probablemente para siempre.
Debe de ser terrible no poder dejar de amar a alguien que jamás te va a corresponder. O tal vez no. Tal vez sea bonito tener esa capacidad, la de amar sin más. Sin esperas.
Bonitas son las personas que te llenan el corazón de sueños, de música, de alegría, de vida. Que te desbordan, que te sostienen, que te cuidan, que te acompañan, que te dicen las verdades aunque duelan, que en lo malo y en lo bueno, que te abrazan fuerte y no te sueltan.
No todas las noches son tristes. Pero sí algunas. A veces sabes porqué. A veces no, simplemente suceden. A veces deseas transportarte a otro paisaje. A veces no, simplemente aguantas, tragas nudos como puños. A veces la soledad es la mejor compañera. Y a veces un abrazo bastaría.
(Tengo que ser fuerte)
(Tengo que ser fuerte)
(Tengo que ser fuerte)
(Tengo que ser fuerte)
(Tengo que ser fuerte)
— Sabes. No puedo más.
Cogió mis manos, estiró hacia él y me besó.
Como si no hubiera un ayer, ni un hoy, ni un mañana
y el universo se expandió.
Una vez leí que la mayoría de estrellas, cuando se apagan lo hacen lentamente; "queman la energía hasta agotarse y mueren plácidamente".
(Metáfora de un amor imposible).
¿Cómo se mide el amor? Puede que en días, semanas, meses, años, aniversarios, puede que en besos, puede que en el tamaño de la complicidad, puede que en el número de órgasmos seguidos de un 'te quiero' o viceversa. Pero, ¿acaso tiene medida el amor? ¿O cada amor es único?
Bonitas son las personas que acompañan en los momentos difíciles, que se abren el pecho para dar cobijo, que te hacen saber que están, que son parte de tu espacio vital, que reman y te enseñan a remar, que amanecen y te entregan el sol, que cuidan y te enseñan a cuidar.
Bonitas son las personas que te ponen flores en el pelo, risas en la tripa, besos en los miedos y abrazos en los Nunca Jamás.
Buenos días y
#FelizMartes
En los tiempos que corren no es fácil encontrar un amor que te haga perder la noción del tiempo, un amor sincero. Después de varios fracasos y cientos de mentiras, no, no es fácil encontrar un amor de verdad. Quizá, por eso, todos dicen que el amor no se busca, te encuentra.
Me hubiera quedado amarrada a él toda la tarde. Como cuando era niña. Los abrazos tienen un mágico poder que sucede solo con algunas personas: los brazos envuelven la espalda, aprietas y crees sentir el alma como una. Y a veces uno quisiera que ese instante no se acabara nunca.
Uno nunca sabe cuando van a llegar los tiempos dificiles, los que romperán la paz y puede que hasta tiren todo por la borda. No se sabe cuando llegarán y, lo peor, no se sabe cuando se irán. Lo importante es el barco, los remos y la compañía.
Me pregunto si estarás bien. Si la vida te sigue sonriendo. Aprieto las manos fuerte para no escribirte. El impulso es fuerte pero la contención gana esta vez. Me pregunto si estoy sola en esto. Y me respondo que sí, que esto es lo que quería, aunque duela como dos inviernos.
"No te rindas,
aún estás a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre,
retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños".
(Recuérdame este poema de Benedetti, hazlo cada día).
Sigo soñando con lo imposible, no lo evito, lo confieso. Me eriza la piel, me eleva, me reconstruye por dentro. Es una paradoja, lo sé. Pero ¿Por qué iba a renunciar a un sueño tan bello?
Cuando te vuelva a abrazar, quizá me atreva a decir que he soñado con ese momento, con tu calor y tu sonrisa y tus latidos y el murmullo de tu voz hablando de cualquier cosa. Que sí, que he soñado contigo cada día desde la última vez que nos vimos.
No me encuentras porque he cogido un atajo, un sendero que atraviesa un denso bosque de futuros. No me encuentras porque me he disipado entre la niebla. No me encuentras porque en el fondo no me buscas, nunca lo hiciste. Por eso camino sin mirar atrás.
Tendrás que estar dispuesto a salir a mar abierto y sentir el vértigo de sus aguas azul profundo. Y lo entenderás todo. Entenderás aquello que me preguntaste sobre la vida y la pasión. Entenderás porqué debemos gastar hasta el último aliento en cada beso.
Un viaje, no sé a dónde,
pero un viaje. Tal vez sin salir del cuarto. Tal vez a ningún lugar concreto. Sin equipaje. Sin billete de vuelta. Que me enseñe a olvidar, a quererme, a volver a empezar.
He conocido silencios de todo tipo. Llenos de amor o de tristeza, silencios por compasión, silencios que solo buscan paz, todos ellos reparadores. Pero hay un tipo de silencio que es demoledor, como una inesperada verdad estampada en el pecho. Inesperada y dolorosa verdad.
¿No te parece un milagro la música? Y el lenguaje también (en el idioma que sea). Y la necesidad de ayudarnos. En el fondo, tenemos tanta suerte y se nos olvida tan a menudo.
Todos necesitamos saber que hacemos las cosas bien en algún momento de nuestra vida. Aunque solo sea un instante, alguna vez. Y reconocerlo en otros y hacerlo saber. Son pequeños atisbos de amor que conducen a la felicidad.
No es fácil encontrarse en la mirada de otro. Es casi un milagro. Un imposible extraviado. Un ojalá congelado. Pero cuando te encuentras, vuelves a creer en imposibles y en ojalás. Pero dime, siendo así, cómo no lanzarse sin arnés de seguridad cuando sabes que te agarran fuerte.
Supongo que nunca se me dio bien esperar sentada, ni repetir las cosas más de dos veces. Y ahora estoy de pie y en silencio. Cansada de la tristeza, de subir montañas, de apagar incendios. Cansada de estar cansada. Y las ganas, que aún están intactas, no sé a dónde llevarlas.
Fuiste una de esas veces, rara vez sucede pero me tembló la vida y supe con certeza que no había sido un temblor del suelo sino que pusiste la canción que necesitaba sentir en ese preciso momento y desde entonces no ha dejado de sonar.
Qué jodidamente difícil es echar de menos a alguien que no vas a volver a abrazar, qué jodido es. Hay personas que lo llenan todo con solo existir. Los ríos, el aire, las calles, la vida y cuando faltan se queda un vacío que jamás volverá a llenarse.
El amor no se acaba de un día para otro, ni de una semana para otra, ni de un mes para otro mes. El amor se acaba cuando no hay nada que sentir. Tal vez, el amor muere cuando no es recíproco, pero no. A veces uno se vuelve experto en amar sin recibir, aunque duela.
La respuesta siempre la tuvimos delante. Lo que no se cuida puede romperse. Si no quieres que se rompa, cuídalo. A ti mismo, a tus personas y allá donde puedas llegar. Cuidar es un verbo que se conjuga en todas las formas que pueda tener la felicidad.
A veces te das cuenta de cómo o cuánto amas cuando extrañas a alguien, cuando te preocupa su bienestar, cuando te duele su dolor. A veces el amor no es correspondido, no con la misma fuerza o con el mismo sentido. Pero lo entregas igual. No tiene sentido guardarse el amor.
Cambiaría todas mis palabras por besos. Todas. Te besaría. Te besaría como nunca antes. No en futuro, no. Ahora lo haría. Si pudiera plegar el mapa y unir los puntos que geográficamente ocupamos, te besaría hasta quedarme sin aliento.