El pisto: nuestra forma de elevar lo que da el campo a la enésima potencia. Bueno, bonito, barato. Hay que tener arte hasta para eso.

Mi sábado. ¿Y el tuyo?

Calentito, como a mí me gusta.

Ese momento en que la cerveza fría baja por el pescuezo refrescando todo a su paso. Dos lagrimones. Eso era la felicidad.

Los abuelos de mi barrio me han entrenado en el noble arte del “buenos días”. Ahora lo llaman proyectar. O manifestar. Yo lo llamo llegar y despertar al que esté dormido con un saludo potente. Contagiando las ganas de vivir.

Un mes llevan ya los polvorones en el súper. La jartibilidad navideña está ya en su máximo exponente.

¿Y lo bonito que es convidar?

Por un halloween con Cruzcampo fría, montaítos de melva con pimiento y sin sobresaltos.

Mi abuela sí que tiene aura y no un nota del tiktok.

Este veranillo está siendo más largo que Arrayán. Y me ha dicho un pajarito que se acaba este finde. Y digo yo que habrá que tomarse un par para celebrarlo. O para despedirlo. O para lo que sea.

Red Flag como una casa: que haga chistes de cuñao de la Cruzcampo en 2025.

¿Pues no que me tomaba yo un botellín ultra helado hoy?

Está el día para tomarse una. U dos.

He visto meter en un bocadillo prácticamente cualquier cosa: desde albóndigas hasta calamares. Pero donde se ponga un serranito... que me dejen de historias. Andalusian supremacy.

Llamar hija a tu madre. Sólo en Andalucía.

Me ha llamado mi madre que me tiene dos táper de puchero preparaos. Lagrimón saltao.

Un ceceo. Un seseo. Un jejeo. Que me gusta un acento potente y el orgullo de quien lo usa sin miedo.

En vez de bratwurst, choco frito. Papas aliñás en lugar de chucrut. Cambio los pretzels por regañás. Y cerveza fría. Eso sí. Que me hago mi Oktoberfest particular lo sabe el Mani.

Eso es que te la han puesto calentorra, cabesa. Cuando vengas a Sevilla te enseño a tirarla, Isi.

Puedo decir abiertamente que soy del team arvellana.