Todo va a estar bien. El tiempo todo lo arregla. Mientras hay vida hay esperanza. Las cosas siempre vuelven a su ser. De cualquier forma todo mejorará. El sol saldrá mañana. Todas estas frases pueden condensarse en una sola frase japonesa:. 難来る無いさ.Nankurunaisa

Cuando le preguntaron al dueño del circo cómo había resultado la negociación con su rival, respondió:.— Pactamos no pactar. Un payaso, que lo escuchaba desde la penumbra, abrió su libreta. — ¿Qué anotas? —preguntó un colega. — Que hasta los silencios necesitan disfraz.

Cuando le preguntaron por la red del trapecista, el dueño del circo sonrió y miró hacia arriba. — Una vez lancé redes al mar de Madagascar —dijo, como si fuera respuesta. La asistente aclaró: — La incoherencia es su idioma. — Como el nuestro —añadió un payaso. Nadie rió.

Sabía que el tarot era un salvavidas de papel, pero ¿qué tenía que perder?.El azar ya había repartido sus cartas antes: ciudades abandonadas, rostros que olvidaron su nombre, naufragios que aún goteaban en la memoria. Ahora, al derecho o al revés, cada arcano parecía tensar una

—Adivinar el futuro se volvió un commodity —le dijo su amiga—. Ofrece amarres. La pitonisa suspiró. Sabía que el amor seguía siendo el único naufragio que todos insistían en repetir. #Microcuentos 🔮

Ella lanzaba sus opiniones creando una gravedad inescapable. Como si con ese lanzamiento, todo lo demás fuese absorbido por la inercia de aquel cúmulo de creencias. Ni siquiera el alba podía escapar a aquel vortex de convicciones. Por suerte, protegía mi verdad cerca del pecho,

La tarde en que el dueño del circo desempacó al primer payaso robot, el payaso veterano exclamó sin quitarse la nariz:.— ¡Los chistes de la vida nos superan!.La gitana, que ya había visto demasiados futuros, murmuró:.— En todos vislumbré un final… pero jamás un futuro sin

Empecinado en quedar bien con Dios y con el diablo, el dueño del circo ofrecía la carpa para oficiar misas los domingos y rituales satánicos los miércoles. Unos lo aclamaban como visionario; otros, señalaban su incoherencia. En medio de la pista, un payaso se encogió de hombros:

Rostro encantado.Cada día la veía enamorarse más de sí misma. Era un hechizo sin pena ni remordimientos, donde su reflejo bastaba. Él buscó palabras, gestos, silencios. Ninguno rompió el encanto. Tal vez una mañana, al descubrir un rostro que ya no reconoce, despierte.

En la boutique de pieles de oveja, siempre coincidían los mismos lobos. Inconformes con su atuendo, se probaban varios modelos. “Más que el traje, es la actitud”, les insistía el dependiente. Lejos de allí, en el bosque, la Caperucita ya sabía reconocerlos por su peculiar forma

La última fórmula. Aquella mañana se le vio llegar con más pompa que de costumbre. El dueño del circo no anduvo con rodeos:.— Gracias a mis insuperables habilidades gerenciales, el precio de los boletos se reducirá hasta en un 1.000%. Cuentan que ese día fue la última vez que

La primera vez que vi un robot repartidor, de estos que parecen una cava ambulante, fue en Berkeley. Fue hace como siete años y me sorprendió mucho. Ya tomaron mi vecindario en la otra costa, no como rareza, sino como cotidianidad. Ahora son más modernos y tienen nombres. Hay uno

Una menguante venta de boletos llevó al dueño a despedir al taquillero, alegando una conspiración con su predecesor, como si la culpa fuese de otro show. Mientras, las arañas seguían tejiendo sus telones entre butacas vacías. El algodón de azúcar flotaba sin destino, como nube

En uno de mis rincones favoritos del vecindario me encontré unos restos de lo que parece ser una Matryoshka. Me pregunto cómo llegó allí. Me revuelve recuerdos de una ex rusa que vivía cerca de Fort Tryon Park en Nueva York. Pienso en las inverosímiles casualidades que la

El domador de promesas. El circo prometía un acto jamás visto: el Domador de la Voluntad. — Con solo su mirada —anunciaba la voz del presentador— doma fieras y resuelve imposibles. La carpa vibraba con aplausos, aún antes de verlo. Cuando apareció, levantó los brazos como si

—¿Y tú qué haces?.—Respiro. Escribo a veces. Olvido cumpleaños. Lloro con ciertas canciones. —No, me refiero a qué te dedicas. —A intentar no desaparecer. El reclutador cerró la libreta. “No encajas en el perfil”, dijo. Esa noche, bajo la ducha, algo en los azulejos también dejó

Coincidí en el ascensor con una mujer de pestañas larguísimas, como de muñeca. Me recordó a una ex, fanática de Betty Boop. No creo que mi ex hubiese usado algo así, aunque… quién sabe. Solía sorprenderme. El tiempo cambia incluso lo que creíamos inmutable. A veces me pregunto

Cuando ese poder que los transformó se desvaneció de un día para otro, quedaron vagando como zombis. Ya no había oídos para sus discursos de humo. Su ego herido comenzó a perder flotación, como los globos de helio en las ferias, que al amanecer apenas rozan el suelo. Algunos

Creyéndose inmune a todo, el dueño del circo actuaba sin miramientos. No se detenía por consecuencias. La noche en que comenzó aquel escándalo, los cuervos que había criado por años se abalanzaron sobre él. Sobre los restos de la carpa ya vacía, un payaso comentó:.— Hay una isla