«Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar, valor para cambiar lo que soy capaz de cambiar y sabiduría para entender la diferencia».

«Trae aquí tu dedo y mira mis manos, y trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente. Respondió Tomás y le dijo: —¡Señor mío y Dios mío! Jesús contestó —Porque me has visto has creído; bienaventurados los que sin haber visto hayan creído». Jn 20, 27b-29.

«El amor es paciente; el amor es benigno, sin envidia; el amor no es jactancioso, no se engríe; no hace nada que no sea conveniente. El amor todo lo sobrelleva, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca se acaba». 1 Co 13, 4-5a. 7-8b.

«Él ha hecho la Osa y el Orión, las Pléyades y las Cámaras del Sur. Hace obras grandiosas e insondables, maravillas que no se pueden contar». Job 9, 9-10.

«Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se os añadirán. Por tanto, no os preocupéis por el mañana, porque el mañana traerá su propia preocupación. A cada día le basta su contrariedad». Mt 6, 33-34.

«Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré a él. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor. Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males?». Jb 1, 21; 2, 10b.

«Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó. Bendito sea el Nombre del Señor». Job 1, 20.

«Mira, estoy a la puerta y llamo: si alguno escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él, y él conmigo». Ap 3, 20.

«Cuando venga Aquél, el Espíritu de la verdad, os guiará hacia toda la verdad, pues no hablará por sí mismo, sino que dirá todo lo que oiga y os anunciará lo que va a venir. Él me glorificará porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío». Jn 16.

«He visto tendidos sobre la tierra todos los lazos del enemigo, y gimiendo he dicho: "¿Quién podrá escapar de todos ellos?". Y oí una voz que respondía: "La humildad"». -Sentencias de los Padres del Desierto

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Pero observad bien a los que sostienen doctrina extraña respecto a la gracia de Jesucristo[. ]. Se abstienen de la eucaristía[. ] porque ellos no admiten que la eucaristía sea la carne de nuestro Salvador Jesucristo, cuya carne sufrió por nuestros pecados. -S.I de Antioquía

«Porque sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita el bien; pues querer el bien está a mi alcance, pero ponerlo por obra no. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero». Rm 7, 18-19. Kyrie eleison. Christe eleison. Kyrie eleison.

Solo sepamos que Aquél, que no necesita nada de nosotros, aún así insiste en acompañarnos, en salir a nuestro encuentro y hacernos saber que está ahí, muy cerca. Lo único que debemos hacer es abrir la puerta, escucharle y reconocerle en la fracción del pan.

Nos cuesta ver, con ojos espirituales, que Jesús se quedó en algo tan sencillo como un trozo de pan y un poco de vino. Pero es en ese Santo Sacramento donde se nos abrirá el entendimiento y nuestro corazón puede volver a arder.

«Cuántas veces el ángel me decía: Alma, asómate ahora a la ventana, verás con cuánto amor llamar porfía. ». Y es que la paciencia y el Amor de Jesús no cabe en nuestra mente, por eso nos es tan difícil creer que Alguien pueda amarnos de tal manera.

Sin embargo, muchas veces tenemos (tengo, porque esto es personal) el corazón cerrado, a pesar de que vemos a Jesús allí solo, todo el día buscándonos, tocando la puerta de nuestra morada, tal como reza este soneto de Lope de Vega:.

"cumplido", como si Dios necesitara de nuestro "cumplimiento". Es por pura Misericordia que Jesús nos busca y que se da en ese Pan de la Eucaristía; que fue donde se les abrió los ojos a los discípulos y entendieron todo.

Somos nosotros, que en nuestras ocupaciones, muchas de ellas totalmente lícitas, dejamos a Jesús esperando. Lo dejamos fuera de nuestra vida, de nuestra alma y lo renegamos (a veces ni eso), solo a esos pequeños momentos de oración o a la Misa dominical y ya creemos que hemos.

El Amor que nos tiene Jesús lo meditamos siempre en su Cruz, en Su Pasión, en su entrega total. Es tal Su Amor que, sin pedirlo, Jesús se da por entero y eso debería ser mucho más que suficiente. No conforme con eso, este buen Señor sale a nuestro encuentro una y otra vez.