Hoy, Día contra la Violencia Machista, es un día de denuncia, el recuerdo de la barbarie en la que viven millones de mujeres en todo el mundo. Y también es un día de reivindicación y de lucha, un día en que se hace urgente que las mujeres trabajadoras alcemos nuestra voz
de forma independiente frente a la hipocresía de los partidos y gobiernos y que trabajemos conjuntamente en la construcción de las formas organizativas y de lucha, análisis y planteamientos estratégicos que podrían capacitarnos para combatir realmente la violencia machista.
Una violencia intrínseca a la familia burguesa y que, como muestran las estadísticas, está lejos de desaparecer. En todo el mundo, más de 640 millones de mujeres de 15 años o más (el 26% del total) han sido objeto de violencia física o sexual por parte de su pareja.
En lo que va de 2023, en el Estado español 51 mujeres han sido asesinadas por su parejas o exparejas. Hoy en día existen en el Estado 32644 mujeres reconocidas por el Estado como víctimas de violencia de género.
El 24% de las jóvenes de entre 15 y 24 años ha sufrido violencia física o sexual por parte de sus parejas. Casi una de cada cuatro. Un 16% de estas la ha sufrido durante el último año.
La violencia machista es un fenómeno estructural y se agudiza en las eras de descomposición social. Existe una relación interna entre la violencia machista y la crisis capitalista, explorada en este artículo:
📄 Avui publiquem un nou article en motiu del Dia Internacional contra la Violència Masclista.
Responguem a la violència masclista, construïm un nou present!
Como tal, el Estado capitalista es incapaz de hacerle frente de forma efectiva. No es solo que su actuación consista meramente en poner parches o en campañas ideológicas que dejan intactas las bases socioeconómicas de la violencia.
Es que a menudo su propia gestión de los casos revictimiza y margina a las víctimas. Obligadas a malvivir en hostales, completamente vulnerables ante la autoridad reaccionaria de la policía, a menudo olvidadas a pesar de la insistencia de las denuncias…
la estructura de clases (entre otras cuestiones, las mujeres proletarias tienen muchas más posibilidades de ser víctimas de la violencia machista) y la incapacidad del Estado para erradicarla.
Esto nos enseña, entre otras cuestiones, que no bastan los Pactos de Estado, las campañas ministeriales de concienciación, los aumentos de presupuesto, las buenas palabras.
Necesitamos de la expansión de organizaciones capaces de imponer una nueva normatividad en la vida social, capaces de ofrecer a las víctimas no solo amparo, recursos y justicia,
Una nueva ética política revolucionaria que sirva para superar las violencias que perpetúan la división de la clase, una nueva potencia organizativa que nos permita luchar contra toda forma de opresión, la sufra quien la sufra.