En junio de 1973, un grupo de científicos británicos y franceses se propuso la tarea de seguir el segundo eclipse más largo de la historia y así recabar datos para estudios de diferentes áreas.
Para poder lograr la odisea fue necesario realizar algunas modificaciones al Concorde 001.
Instalaron cuatro “Ojos de buey” en el techo y diseñaron un aparato para poder tomar fotografías a través de ellos.
La aventura fue un éxito y el avión consiguió mantenerse bajo la sombra del eclipse 74 minutos en los que los científicos consiguieron recopilar mucha información.